¿Viajamos con Eros?

“Una carta no se ruboriza.” ― Cicerón

 

E V A.

Me disfrazo,

pongo cuerpo y alma al servicio de las palabras,

me busco en las imágenes.

 
 

Cuca Casado.

En la rendición está el poder.

 

 
 

Las cartas están publicadas de la más actual a la más antigua. Es decir, que la primera correspondencia que se lee es la última escrita.

 

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Cuca C., 11 de octubre de 2022

Querida E,

Es reconfortante saber que estás y que me invitas a jugar. Ahora bien, me he quedado mirando la carta con la cabeza ladeada, como cuando se mira un mapa buscando orientarse. Esperando encontrar eso que busco y que, realmente, no sé lo que es. He de reconocerte que desde que escribí estas primeras líneas han pasado días, pues te leía (te miraba) y salvo asombro no salía palabra alguna. Va a ser cierto ese adagio que dice que una imagen vale más que mil palabras.

Me pregunto si con esta obra de arte que me has compartido buscabas mis palabras o más bien que te devolviera cuestiones varias en torno a ella. No deja de ser curioso que este tipo de estampa erótica sea tan explícita, visualmente hablando, y su nombre, shunga, no deje de ser un eufemismo —la traducción vendría a ser “imágenes de primavera”, donde “primavera” se refiere a las relaciones sexuales—. Como también es llamativo que en la prehistoria de Japón, el sexo no tenía connotaciones vergonzosas, ni era tabú —todo lo contrario a la concepción occidental de entonces (y de ahora)­— y, sin embargo, desde finales del siglo XIX se introdujeron reformas que convirtieron a los shunga en tabú. Menos mal que con la apertura de Japón a Occidente el arte japonés llegó a Europa. Sin embargo, hasta donde sé, hoy en día en Japón siguen siendo reprimidas este tipo de obras.

Sigo embobada viendo la imagen y una y otra vez pienso que es un bello catalizador psicosocial. Me explico, son todo un estímulo psicológico y social, pues permiten transitar entre la realidad y la fantasía, siendo una de las experiencias más estimulantes tanto para la imaginación como para la manera en que percibimos y experimentamos el mundo real. Fantasear es, de alguna manera, sobreponer un filtro a lo que vemos y sentimos, mirar de pronto lo que no está ahí, pensarlo bajo una forma distinta y quizá inexistente y, así, enriquecer la realidad. Pero también, cuando la fantasía se cumple, entonces descubrimos para nosotros mismos que las ideas tienen su correlato en los hechos, que su trayectoria se consuma cuando se concretan en las circunstancias palpables de la vida en sí. En la fantasía hay una fuerte tendencia hacia el realismo que sin embargo, en un instante, se interrumpe con la inclusión inesperada de un elemento imposible que trastorna nuestra idea de normalidad. Después de todo es en esa dialéctica entre mente y realidad, fantasía y acto, donde varias de nuestras decisiones eróticas toman forma.

Este shunga tiene algo más valioso, si cabe, y es que asombra, incomoda. En definitiva, alborota y, estarás conmigo, escandalizar es erótico, mientras que la indiferencia es frustrante. Permite, entre tanta decadencia, hallar una forma de liberar el alma.

Querida, creo que Eros invita a un viaje que siempre queda abierto e inconcluso…

¿Vemos a dónde nos lleva este viaje?

Te abrazo.

P. D.: los sueños, al igual que las fantasías, no deberían ser razonables, sino ser excéntricos. ¿No crees?

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E V A., 15 de septiembre de 2022

… Aquí estoy.

Gracias por invocarme.

Comienzo nuestra correspondencia con pocas palabras…

Ya llegarán cuando deje de estar más preocupada por usar las correctas que por comunicarme contigo.

Esto es para ti.

¿Jugamos?

E.